Al estruendo de la gente de a caballo,…  no quedó en ellas morador alguno

 

¿El pueblo de Jerusalén por ser rebelde,… y abrazar el  engañó y no querer volverse de su mal,… y tampoco conocer el juicio de  Jesús… y porque además sus sabios,… aborrecieron la palabra de Jesús y siguieron la avaricia,… y curraron la herida de su pueblo con liviandad diciendo: Paz y no había paz,… y no se avergonzaron de lo que hicieron,… entonces se oyó desde Dan el bufido de caballos, y al sonido del relincho de sus corceles tembló toda la tierra y vinieron y devoraron toda la tierra y su abundancia, a la ciudad y a los moradores de ella,…?

 

4Les dirás asimismo: Así ha dicho Jesús: El que cae, ¿no se levanta? El que se desvía, ¿no vuelve al camino? 5¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, y no han querido volverse. 6Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla. 7Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jesús. 8¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Jesús está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. 9Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquí que aborrecieron la palabra de Jesús; ¿y qué sabiduría tienen? 10Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. 11Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. 12¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado en lo más mínimo, ni supieron avergonzarse; caerán, por tanto, entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jesús. 13Los cortaré del todo, dice Jesús. No quedarán uvas en la vid, ni higos en la higuera, y se caerá la hoja; y lo que les he dado pasará de ellos. 14¿Por qué nos estamos sentados? Reuníos, y entremos en las ciudades fortificadas, y perezcamos allí; porque Jesús nuestro Dios nos ha destinado a perecer, y nos ha dado a beber aguas de hiel, porque pecamos contra Jesús. 15Esperamos paz, y no hubo bien; día de curación, y he aquí turbación. 16Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos; al sonido de los relinchos de sus corceles tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, a la ciudad y a los moradores de ella. 17Porque he aquí que yo envío sobre vosotros serpientes, áspides contra los cuales no hay encantamiento, y os morderán, dice Jesús.” (Jer. 8:4-17; ver también Amos 2:6-16; Amos 4:1-13)

 

¿Después de que los palacios quedan desiertos, y la multitud de la ciudad cesa,… y las torres y fortalezas se vuelven en cuevas, donde descansan asnos monteses y ganados hacen majada, el Espíritu es derramado de lo alto,… y su pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras,… y cuando cae granizo, cae en los montes, y la ciudad será del todo abatida?

 

14Porque los palacios quedarán desiertos, la multitud de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde descansen asnos monteses, y ganados hagan majada; 15hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque. 16Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia. 17Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. 18Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo. 19Y cuando caiga granizo, caerá en los montes; y la ciudad será del todo abatida. 20Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas, y dejáis libres al buey y al asno.”(Isa. 32:14-20)

 

            flecha2